sábado, 7 de enero de 2012

FALTA DE CRITERIO

A mi modo de ver las cosas, en cualquier empresa que se precie de medianamente seria, la Dirección de la misma ha de fijar unos criterios de trabajo que se han de dar a conocer a todo el personal de la misma de forma que se sepa como actuar ante diferentes circunstancias.

A veces, estos criterios pueden darse a conocer a los mandos y mandos intermedios, limitándose el resto del personal a acometer las tareas que estos les encomiendan y que ya consideran los criterios fijados de antemano.

El problema se presenta cuando nadie fija esos criterios o peor aún, cuando unos miembros de la dirección fijan un criterio y otros fijan otro, y ambas partes te exigen a ti, que eres el mando intermedio, que cumplas esos criterios de forma escrupulosa cueste lo que cueste. Es evidente que ante una situación como esta tú, desgraciado mando intermedio, te encuentras ante un problema de difícil solución, máxime porque lo que agradará a uno no gustará al otro y viceversa.

Las consecuencias de la falta de criterio, aunque parece que no, afectan al rendimiento diario de la empresa, tanto a nivel del trabajador como a nivel económico, ya que la multiplicidad de criterios afecta a las tareas que cada día se han de hacer o "deshacer".

Lo que me afecta a mi, y por tanto, lo que me jope bien jodido, es que sea como sea siempre nos toca a los mismos ser los culpables.

Parece ser que parte de la dirección de la empresa quiere a toda costa que se ahorre, de forma que cuando presente las cuentas en el Consejo de Administración estas sean inmaculadas y perfectamente ajustadas al presupuesto aprobado (a estas alturas supongo que quien lea esto se dará cuenta de que se trata de una empresa pública). Si para que cuadren las cuentas se han de recortar servicios pues que se recorten, y si estos recortes se notan en la calle pues que se noten...Esto está muy bien decirlo en un despacho...después cambian las tornas.

Por otro lado, la otra parte de la dirección, la parte política se siente presionada por el mismísimo alcalde que quiere que la ciudad brille a toda costa, pero que se ahorre a la vez también a toda costa. Esto pensarán algunos que es una contradicción y están en lo cierto, pero increiblemente es así a diario en la empresa en la que trabajo.

El resultado de todo esto es claro...se cubren los servicios con los mínimo que se despacha para, al menos poder defenderte dignamente, recortando con respecto a los de otras ocasiones. Evidentemente, lo que hacen 12 no lo pueden hacer 8 a no ser que se aumenten las horas de trabajo, pero si aumentamos las horas ya no se produce el ahorro.

Conclusión: las cosas quedan mal hechas, y no por culpa del trabajador, sino por la falta manifiesta de medios debido a la necesidad imperiosa de ahorrar a toda costa. Y claro, cuando el trabajo queda a medias y empiezan a llover las críticas habrá que culpar a alguien y para eso estamos los mandos intermedios, vulgarmente conocidos como los capullos de turno.

Pero estos "directivos" de pacotilla, aficionados a jugar con lo que no es suyo parecen olvidarse de que los mandos intermedios somos personas y como tal tenemos un límite...muy alto, pero que existe y quizás, solo quizás, se esté alcanzado ese límite con las consecuencias que ello pueda tener.

La conclusión de todo esto es que a todo el mundo le gusta ver los toros, pero eso si, desde la barrera, bien tranquilitos... eso de coger el capote y las banderillas y lidiar con el marrón se lo dejan a otros. Después de la faena ya te silbarán y te abuchearán porque lo que es pedir la oreja, eso va a ser que no, da igual que incluso estando de vacaciones estés con el teléfono abierto, atendiendo llamadas y tratando de resolver problemas que ni te has buscado tú ni son competencia tuya, pero como he dicho antes...el capullo es el capullo y en todas partes tenemos que haber uno.

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